miércoles, 4 de julio de 2018

HERMOSO TEXTO DE BORGES

DE LA SALVACIÓN POR LAS OBRAS (INÉDITO)
Jorge Luis Borges

En un otoño, en uno de los otoños del tiempo , las divinidades del Shinto se
congregaron, no por primera vez, en Izumo .

 Se dice que eran ocho millones pero
soy un hombre muy tímido y me sentiría un poco perdido entre tanta gente. Por lo
demás, no conviene manejar cifras inconcebibles. Digamos que eran ocho, ya que
el ocho es, en estas islas, de buen agüero.

Estaban tristes , pero no lo mostraban, porque los rostros de las divinidades son
kanjis que no se dejan descifrar . En la verde cumbre de un cerro se sentaron en
rueda. Desde su firmamento o desde una piedra o un copo de nieve habían vigilado
a los hombres. 

Una de las divinidades dijo:
Hace muchos días, o muchos siglos, nos reunimos aquí para crear el Japón y el
mundo. Las aguas, los peces, los siete colores del arco, las generaciones de las plantas y de los animales, nos han salido bien. Para que tantas cosas no los abrumaran, les dimos a los hombres la sucesión, el día plural y la noche una. Les otorgamos asimismo
el don de ensayar algunas variaciones. La abeja sigue repitiendo colmenas; el hombre
ha imaginado instrumentos: el arado, la llave, el calidoscopio. También ha imaginado
la espada y el arte de la guerra. Acaba de imaginar un arma invisible que puede ser el
fin de la historia. 
Antes que ocurra ese hecho insensato, borremos a los hombres.

Se quedaron pensando. 

Otra divinidad dijo sin apuro:
Es verdad. Han imaginado esa cosa atroz, pero también hay ésta, que cabe en el
espacio que abarcan sus diecisiete sílabas.

Las entonó. Estaban en un idioma desconocido y no pude entenderlas.

La divinidad mayor sentenció:
Que los hombres perduren.

Así, por obra de un haiku, la especie humana se salvó.

lzumo, 27 de abril de 1984